NO A LA DEROGACION DE LA LEY 25.542
La tradición melancólica es un cúmulo de discursos, de imágenes, de objetos y de ruinas que acompaña en contrapunto a la historia del pensamiento y los ideales de occidente, interpelándolos y contaminándolos. Un extenso dispositivo en el que se desnaturalizan los límites entre lo alto y lo bajo, los mayores bienes y los excedentes repudiados, lo eminente y lo superfluo. Por exceso de entusiasmo o por desidia construye vastos tratados, museos, catálogos, bibliotecas y teatros fantasmales que desconocen los órdenes convencionales del buen gusto y de la mesura. Allí Inscribe y conserva, mezclados y arrumbados a lo largo de las épocas, los rastros de las pasiones en los cuerpos y el percutir del tiempo que los devora.
Los textos freudianos -y tal vez también la práctica de un análisis- pueden leerse como una manera de recibir esta tradición e inventar un modo de rescatar lo que se hereda de la amenaza del agobio. De extraer destellos de verdad de las escenas, las figuras y los objetos melancólicos antes de que se confundan nuevamente con el fondo turbulento del tiempo del que han surgido.
La tradición melancólica es un cúmulo de discursos, de imágenes, de objetos y de ruinas que acompaña en contrapunto a la historia del pensamiento y los ideales de occidente, interpelándolos y contaminándolos. Un extenso dispositivo en el que se desnaturalizan los límites entre lo alto y lo bajo, los mayores bienes y los excedentes repudiados, lo eminente y lo superfluo. Por exceso de entusiasmo o por desidia construye vastos tratados, museos, catálogos, bibliotecas y teatros fantasmales que desconocen los órdenes convencionales del buen gusto y de la mesura. Allí Inscribe y conserva, mezclados y arrumbados a lo largo de las épocas, los rastros de las pasiones en los cuerpos y el percutir del tiempo que los devora.
Los textos freudianos -y tal vez también la práctica de un análisis- pueden leerse como una manera de recibir esta tradición e inventar un modo de rescatar lo que se hereda de la amenaza del agobio. De extraer destellos de verdad de las escenas, las figuras y los objetos melancólicos antes de que se confundan nuevamente con el fondo turbulento del tiempo del que han surgido.