NO A LA DEROGACION DE LA LEY 25.542

Yo era un cuadro.

Tenía dieciocho;

era un zahorí de los rápidos

en los años de la insolación:

enero del 73, los socialistas cátaros,

primavera en mayo,

de la plaza a Villa Martelli en el 111.

Fábrica tomada.

El Iluminismo revolucionario:

el agite, la hablada, el piquete, la toma: 

sinestesia de la época, 

imagen sin sonido.

Yo era un cuadro,

un zahorí del voluntarismo radiante,

del que hacer 

en el bazar de la revolución.

Cuarenta y seis años después, 

el dorado viejo del sol 

a orillas del Uruguay

trae

imagen sin sonido, cuerpo sin conciencia,

“mi pobreza e intransigencia,

mi canción de juventud.”

Una educación sentimental

En el viejo Clínicas, Kovacci explica el signo:

de dos caras, como el villano, 

arbitrario en su carcasa 

como la flor,

y el relumbrón del concepto,

claro y distinto en la bóveda interior.

La sincronía es la comunidad organizada de los signos.

Como la telaraña del tiempo, 

los anillos del tronco

se leen una vez talado el árbol.

Un pliegue, un surco, una muesca 

un pliegue, un ala, un pliegue.

Lo supe antes de Shklovski:

en el principio está el extrañamiento.

Por eso el viento, desde el río, ahora. 

El tiempo, se fuga

en sonido sin imagen.

No hay fotos de entonces.

Por seguridad, 

tal vez,

por escasez de recursos.

Yo era un cuadro,

todavía vivo;

En un baño de la época,

la lengua muerta:

Montoneri, montoneri milites peronis sunt


Horacio Zabaljáuregui (América, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1955), revista Ñ, n° 885, 12 de septiembre de 2020

YO ERA UN CUADRO - HORACIO ZABALJAUREGUI

Yo era un cuadro.

Tenía dieciocho;

era un zahorí de los rápidos

en los años de la insolación:

enero del 73, los socialistas cátaros,

primavera en mayo,

de la plaza a Villa Martelli en el 111.

Fábrica tomada.

El Iluminismo revolucionario:

el agite, la hablada, el piquete, la toma: 

sinestesia de la época, 

imagen sin sonido.

Yo era un cuadro,

un zahorí del voluntarismo radiante,

del que hacer 

en el bazar de la revolución.

Cuarenta y seis años después, 

el dorado viejo del sol 

a orillas del Uruguay

trae

imagen sin sonido, cuerpo sin conciencia,

“mi pobreza e intransigencia,

mi canción de juventud.”

Una educación sentimental

En el viejo Clínicas, Kovacci explica el signo:

de dos caras, como el villano, 

arbitrario en su carcasa 

como la flor,

y el relumbrón del concepto,

claro y distinto en la bóveda interior.

La sincronía es la comunidad organizada de los signos.

Como la telaraña del tiempo, 

los anillos del tronco

se leen una vez talado el árbol.

Un pliegue, un surco, una muesca 

un pliegue, un ala, un pliegue.

Lo supe antes de Shklovski:

en el principio está el extrañamiento.

Por eso el viento, desde el río, ahora. 

El tiempo, se fuga

en sonido sin imagen.

No hay fotos de entonces.

Por seguridad, 

tal vez,

por escasez de recursos.

Yo era un cuadro,

todavía vivo;

En un baño de la época,

la lengua muerta:

Montoneri, montoneri milites peronis sunt


Horacio Zabaljáuregui (América, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1955), revista Ñ, n° 885, 12 de septiembre de 2020

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