NO A LA DEROGACION DE LA LEY 25.542
Una de las características que debería tener una obra reunida es una coherencia poética o estética. En el caso de la poesía de Diego Muzzio esta coherencia se desplaza en diferentes maneras de pensar el verso, la experiencia y la imagen. Ya el título de uno de sus últimos poemas nos evoca una escritura no definitiva ni clausurada que se centra en una materialidad sonora, “Música inconclusa” que, como una serie de versos abandonados –tal como sugería Paul Valéry–, que se van abriendo paso hacia múltiples formas de sentido. Poesía de la sugerencia y del olvido, pero también de un recuerdo que se va moldeando diferente cada vez. El propio cuerpo que cambia, la imagen del padre y la imagen obsoleta de la memoria, el óxido y el limonero: perder la mirada e intentar sanar más allá de la presencia de un río y de su orilla. Cada una de estas imágenes va atemperando a cada una de las palabras que se van diciendo y también las que quedan detrás de las escritas, escondidas como una máquina a vapor en un sótano de mármol. Y allí vuelven porque la memoria necesita volver. Y así una obra reunida necesita de aquella memoria que intervenga, que rechace y que imagine una recomposición. Reunir es también evocar el pasado con un ahora, movimiento temporal que también celebra Muzzio en su poesía: evocación de una infancia y de una memoria que parecía perdida. Las palabras son siempre un recordatorio de lo que se puede olvidar, de lo que quizá esté presente y de aquello que se articula paulatinamente en el poema.
Este volumen nos propone comenzar por el año 1993, treinta años atrás. Poemas que evocan una búsqueda en el plano del ejercicio poético centrado en la experiencia de un sujeto poético que intenta recuperar una identidad que aún no se ha desvanecido yuna forma de pensarse a través de la palabra. Hay una cotidianeidad que se desliza entre los quiebres para transformarse en otracosa, en un devenir y en un sustrato donde apoyar cada palabra y cada sonido.
(Lucas Margarit, fragmento del prólogo)
Una de las características que debería tener una obra reunida es una coherencia poética o estética. En el caso de la poesía de Diego Muzzio esta coherencia se desplaza en diferentes maneras de pensar el verso, la experiencia y la imagen. Ya el título de uno de sus últimos poemas nos evoca una escritura no definitiva ni clausurada que se centra en una materialidad sonora, “Música inconclusa” que, como una serie de versos abandonados –tal como sugería Paul Valéry–, que se van abriendo paso hacia múltiples formas de sentido. Poesía de la sugerencia y del olvido, pero también de un recuerdo que se va moldeando diferente cada vez. El propio cuerpo que cambia, la imagen del padre y la imagen obsoleta de la memoria, el óxido y el limonero: perder la mirada e intentar sanar más allá de la presencia de un río y de su orilla. Cada una de estas imágenes va atemperando a cada una de las palabras que se van diciendo y también las que quedan detrás de las escritas, escondidas como una máquina a vapor en un sótano de mármol. Y allí vuelven porque la memoria necesita volver. Y así una obra reunida necesita de aquella memoria que intervenga, que rechace y que imagine una recomposición. Reunir es también evocar el pasado con un ahora, movimiento temporal que también celebra Muzzio en su poesía: evocación de una infancia y de una memoria que parecía perdida. Las palabras son siempre un recordatorio de lo que se puede olvidar, de lo que quizá esté presente y de aquello que se articula paulatinamente en el poema.
Este volumen nos propone comenzar por el año 1993, treinta años atrás. Poemas que evocan una búsqueda en el plano del ejercicio poético centrado en la experiencia de un sujeto poético que intenta recuperar una identidad que aún no se ha desvanecido yuna forma de pensarse a través de la palabra. Hay una cotidianeidad que se desliza entre los quiebres para transformarse en otracosa, en un devenir y en un sustrato donde apoyar cada palabra y cada sonido.
(Lucas Margarit, fragmento del prólogo)